martes, 18 de noviembre de 2008

!!!Lee¡¡¡, ¡¡¡Ama!!!,¡¡¡Sueña!!!


El verbo leer no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo «amar»..., el verbo «soñar»...
Claro que siempre se puede intentar. Adelante: «Ámame!» «¡Sueña!» «¡Lee!» «¡Lee! ¡Pero lee de una vez, te ordeno que leas, caramba!»
-¡Sube a tu cuarto y lee! ¿Resultado?
Ninguno.
Se ha dormido sobre el libro. La ventana, de repente, se le ha antojado inmensamente abierta sobre algo deseable. Y es por ahí por donde ha huido para escapar al libro. Pero es un sueño vigilante: el libro sigue abierto delante de él. Por poco que abramos la puerta de su habitación le encontraremos sentado ante su mesa, formalmente ocupado en leer. Aunque hayamos subido a hurtadillas, desde la superficie de su sueño nos habrá oído llegar.
-¿Qué, te gusta?
No nos dirá que no, sería un delito de lesa majestad. El libro es sagrado, ¿cómo es posible que a uno no le guste leer? No, nos dirá que las descripciones son demasiado largas.
Tranquilizados, volveremos a la tele. Es posible incluso que esta reflexión suscite un apasionante debate colectivo...
- Las descripciones le parecen demasiado largas. Hay que entenderlo, desde luego estamos en el siglo de lo audiovisual, los novelistas del XIX tenían que describirlo todo...
-¡Eso no es motivo para dejarle saltarse la mitad de las páginas!
No nos cansemos, ha vuelto a dormirse.
Extracto de "Como una novela", de Daniel Pennac

1 comentario:

GEMA dijo...

que reflexión!!!, pero no solo para los peques sino tambien aplicable a los mayores a los que nos cuesta un poco leer, por haber carecido de esa perseverancia, quizás?, y no nos tiene que servir de excusa la actual era audiovisual.
...hay que intentarlo, y echarle ganas....todo es empezar...

una principiante